
El día que la tierra se tragó mis zapatillas (literal)
Cuando era niña, me encantaba jugar con mi vecinita que vivía al costado de mi casa. Siempre inventábamos juegos absurdos con una lógica muy propia. Un día, se nos ocurrió la grandísima idea de enterrar mis zapatillas, contar hasta diez y luego desenterrarlas, sí, lo sé… no suena como el mejor plan, pero en ese momento nos parecía brillante.
Enterramos las zapatillas como parte del juego y, cuando llegó el momento de sacarlas, simplemente no estaban. Escarbamos más, y nada, desesperadas, seguimos cavando hasta dejar el jardín hecho un desastre. Las zapatillas (nuevas, por cierto) habían desaparecido mágicamente. Cuando mi mamá se enteró, no hubo chance de defensa. Me sacó la michi sin mayor trámite. Yo juraba que las había enterrado ahí, pero no había pruebas. Solo huecos en la tierra, una buena tanda y lágrimas en los ojos.
20 años después, la tierra habló
Pasaron más de dos décadas. Un día, hicieron unas instalaciones en ese mismo lugar y ¡oh sorpresa!… aparecieron mis zapatillas. Ahí estaban, empolvadas y destrozadas por el tiempo, pero presentes. Como una especie de venganza poética. Miré a mi mamá y solo atiné a decirle: ¿Ya ves? ¡Te dije que ahí las había enterrado!
Moraleja: a veces la vida te da la razón… pero tarde
Hay cosas que solo el tiempo confirma. En este caso, fueron unas zapatillas extraviadas por la infancia y encontradas por la adultez.
¿También te metiste en problemas por un juego absurdo cuando eras niña o niño?
