
Todo empezó con un colectivo (y un mal arranque)
Tomé un colectivo con la esperanza de llegar temprano al trabajo. El conductor arrancó demasiado rápido, como si fuera Toretto, así que al subir, una de las llantas atrapó parte de mi bota, la suela se desprendió como si no quisiera acompañarme el resto del día. Y para colmo, el colectivo ni siquiera iba a mi destino.
Una suela colgando y un plan improvisado
Me bajé en un lugar «X», haciendo lo posible por parecer casual y caminé con una fingida cojera para evitar que alguien notara que la suela de mi bota colgaba. Pensé en comprar unos zapatos nuevos, pero eso significaba perder aún más tiempo y era lo que menos tenía.
Fue entonces cuando recordé el famoso pegamento Triz y dije «vamos a ponerlo a prueba».
¿Funcionó el Triz? Spoiler: sí
Aplicarlo fue fácil, rápido, y para mi sorpresa… realmente funcionó. Seguí caminando con el temor constante de que la suela decidiera abandonarme en plena calle, el arreglo aguantó como un campeón. Tomé otro colectivo rumbo al trabajo (el correcto, esta vez), aunque ya no llegué temprano. Pero lo importante es que nadie notó mi problemita.
Un final feliz para un día que prometía caos
Ese Triz me salvó el día. No es un anuncio pagado (aunque debería serlo). Lo cierto es que, en momentos así, una agradece tener soluciones prácticas a la mano. Así que ya sabés: si alguna vez se te despega la suela de un zapato en plena calle, recuerda que un Triz puede salvarte la vida.
¿Te ha pasado algo similar?
